Casi en todos los casos de malestar, insatisfacción, ansiedad o stress hay “algo” que nos molesta, que no queremos en nuestra vida. A veces es demasiado duro verlo, otras no sabemos dónde encontrarlo o si lo encontramos, es difícil ponerle nombre.
Cuando trabajamos el proceso creativo, sea con la técnica o el material que sea, estamos activando una manera de pensar diferente y abriendo camino para que todo lo que en el día a día, en nuestra vida consciente, no es importante pueda aflorar.
En el trabajo en sesión, el cliente pone sobre el papel aquéllo que realmente le importa que quizá pasó desapercibido. O bien puede nombrar cosas que teme o desconoce, para poder afrontarlas o entenderlas. Cuando no hay palabras o no pueden decirse en otro lugar que no sea en sesión, las imágenes cogen las riendas. Con el acompañamiento del arteterapeuta el cliente puede comprender situaciones difíciles o desestabilizantes, emociones complejas o contradictorias y decidir qué puede hacer con ellas.
En arteterapia no se emiten juicios de valor; cualquier persona es capaz de crear, de hacer algo con sentido y que es suyo y solo suyo. En casos en los que la autoestima está seriamente dañada o la voz de la persona ha sido silenciada (enfermedad, abuso, cambios vitales fuertes…) el arteterapia ofrece un reconocimiento a la parte sana de la persona, devolviéndole una imagen de sí misma que podía no tener herramientas para ver.
Niños, ancianos, personas en situación de final de vida, personas con disminuciones físicas o mentales, personas excluidas de la sociedad… pueden encontrar un lugar seguro en el arteterapia donde hablar de aquéllo que entorpece su camino por la vida.
Para saber más – www.arteterapia.org – web de la ATe: Asociación Española Profesional de Arteterapeutas